Resumen final.
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Nuestro enfoque político en el empleo a tiempo completo, y el mito de la ineficiencia del mercado, conduce a la proliferación de empleos de mierda.
Cualquiera que esté familiarizado con algunos principios económicos básicos sabe que los trabajos de mierda no deberían existir. Quizás los del sector público tienen sentido: los gobiernos tienden a ser un poco despilfarradores, después de todo. Pero en el sector privado? ¿Por qué una empresa emplearía a personas para que no hicieran casi nada?
Existe un fuerte sesgo cultural y político hacia el pleno empleo. Los políticos de la izquierda exigen más empleos, mientras que los de la derecha piden recortes de impuestos para poner el dinero en manos de los creadores de empleos.
Hay pruebas contundentes de que los políticos están coludiendo activamente para mantener trabajos de mierda. Considera los comentarios de Barack Obama, que sugirieron que abandonar el sistema de seguro de salud privatizado de Estados Unidos en favor de un modelo de pagador único ahorraría miles de millones de dólares en seguros y administración. Obama dijo que esos ahorros representan la pérdida de “un millón, dos millones, tres millones de empleos”. ¿Qué, preguntó, haríamos con estas personas recién desempleadas? ¿Dónde los emplearíamos? El presidente esencialmente admitió que un sistema socializado sería mucho más eficiente, pero que ese sistema, por esa misma razón, no es deseable. El hombre más poderoso del mundo abogaba por millones de trabajos de oficina de mierda.
Un sesgo político hacia el empleo debe desempeñar un papel en la perpetuación de los trabajos de mierda. Pero, ¿cuáles son las dinámicas que los mantienen en su lugar en las empresas, a pesar de su ineficiencia económica?
Bueno, las empresas no tienden a comportarse de manera eficiente, por razones que a menudo son obvias. Considera a Simon, quien trabajaba para un gran banco como solucionador de problemas. En una ocasión, creó un software para corregir un error del sistema y un riesgo de seguridad. Presentó su enfoque a un ejecutivo bancario y a su equipo de 25 personas, pero la reacción fue negativa. Simon se dio cuenta lentamente de por qué: su programa automatizaría el trabajo de todo ese equipo de personas. Incluso el ejecutivo no aprobó el trabajo de Simon. ¿Por qué? Bueno, sin sus cobardes, no sería mucho, como un señor medieval sin un séquito.