El ingreso básico universal.
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Las actitudes históricas, religiosas y filosóficas significan que consideramos el trabajo como una virtud.
Entonces, ¿por qué persistimos en crear y hacer trabajos de mierda, a pesar de que la mayoría de nosotros sabemos que son pesados y sin sentido? ¿Por qué no hemos aprovechado la posibilidad de una semana laboral de 15 horas y una vida más relajante?
Una respuesta radica en nuestras actitudes de trabajo. Siglos de pensamiento religioso y moral han llevado a asociar nuestro trabajo con la virtud.
Los puritanos del siglo XVI enseñaron que el trabajo era castigo y redención, y por lo tanto tenía un valor en sí mismo, más allá de lo que producía. Este tren de pensamiento continuó después de la Revolución Industrial. El ensayista enormemente popular Thomas Carlyle, respondiendo a un declive percibido en la moralidad en la nueva era industrial, argumentó que el trabajo no debe verse como una forma de satisfacer las necesidades materiales de uno, aunque también lo hace. El trabajo, argumentó Carlyle, es la esencia misma de la vida, la “cosa más noble descubierta bajo el cielo de Dios”.
Hoy, seguimos fuertemente influenciados por este tipo de pensamiento.
El sentido de autoestima y dignidad de la mayoría de las personas está estrechamente relacionado con su trabajo.
Cuando nos encontramos con alguien en una fiesta y preguntamos: “¿Y qué haces?” no esperamos que nuestros nuevos conocidos respondan diciendo: “Bueno, realmente me encanta tocar la guitarra”. Las personas se definen a sí mismas por su ocupación, incluso si, dos mojitos más tarde, estarán felices de decirte cuánto lo odian.
También vemos esta influencia en el trabajo de mierda que muchas personas se ven obligadas a hacer. Tomemos a Rufus, a quien su padre le dio un trabajo, manejando quejas en su compañía biomédica. En la práctica, Rufus tenía poco que hacer y pasaba la mayor parte del tiempo escuchando podcasts mientras le pagaban por el privilegio.
Pero Rufus odiaba cada minuto, lo cual no es sorprendente ahora que entendemos el deseo humano por el propósito. ¿Por qué el padre de Rufus le consiguió este trabajo sin sentido? Podría haberle dado a Rufus un trabajo más útil o haber financiado más educación. O podría haberle dado un subsidio y haberle dado a Rufus el tiempo de aprender el saxofón de jazz, correr maratones o conversar con amigos en cafés.
Claramente, sintió que era importante para Rufus simplemente tener un trabajo, incluso si la experiencia no tenía sentido. Para el padre de Rufus, y gran parte de la sociedad, el trabajo en sí mismo se considera una virtud.