La revolución científica.
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La revolución científica modernizó a la humanidad, allanando el camino para las nuevas tecnologías, el imperialismo y el crecimiento económico.
Durante la mayor parte de su existencia, la humanidad ha sido una raza bastante pesimista. La mayoría de las personas a lo largo de la historia no creían en sus propias habilidades, sino en el poder de un dios todopoderoso. Y dado que Dios tenía control sobre todos y cada uno de los humanos, no tenía sentido que los simples mortales trataran de hacer avances científicos o adquirir nuevos conocimientos. Era mejor sentarse y esperar su destino predeterminado.
Sin embargo, en los siglos XVI y XVII, esta actitud pesimista y tonta comenzó a cambiar. Una revolución científica se extendió por Europa; en lugar de dejar que el progreso dependiera solo de Dios, la gente comenzó a pensar cómo ellos mismos podrían mejorar la sociedad a través de la ciencia.
Al aplicar los principios científicos de exploración, experimentación y observación, las personas dieron grandes saltos epistemológicos en áreas como la medicina, la astronomía y la física; cada desarrollo ayudó a hacer de la sociedad un lugar mejor para vivir.
Tomemos la mortalidad infantil como ejemplo. Desde que se aplicaron los métodos científicos a la medicina y la salud pública, la tasa de mortalidad infantil ha disminuido. En el pasado, era común que incluso los miembros más ricos de la sociedad perdieran dos o tres niños por muertes prematuras. Hoy en día, la tasa de mortalidad infantil para todos es de solo 1 de cada 1,000 personas.
Además de ser beneficioso para la salud humana, la búsqueda de la ciencia demostró ser buena para las economías, algo que muchos gobiernos europeos se dieron cuenta rápidamente. En busca de nuevas ideas y recursos para enriquecer a sus naciones, reyes y emperadores colmaron de dinero a científicos y exploradores.
Por ejemplo, el Rey de Castilla financió el famoso viaje de Colón a través del Atlántico. A cambio de respaldar la exploración, el rey adquirió un enorme imperio estadounidense con abundantes recursos valiosos, como el oro y la plata.
Del mismo modo, el gobierno británico envió a James Cook a explorar el inexplorado Pacífico Sur, una empresa que les otorgó los territorios de Australia y Nueva Zelanda.
En ambos casos, las economías europeas crecieron como resultado de la exploración y la innovación científica. Lamentablemente, las ganancias europeas se produjeron en gran medida a costa de las poblaciones indígenas locales.