Surgimiento de imperios y religiones.
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El surgimiento de imperios y religiones empujó a la humanidad en la dirección de la unificación global.
Como acabamos de ver, la invención de la escritura y el dinero facilitó la realización de transacciones económicas y fue más difícil cometer fraude económico. Sin embargo, esto no significaba que las economías de repente comenzaran a comportarse sin problemas y de manera eficiente. De hecho, a medida que las sociedades y las economías continuaron creciendo, se volvieron más difíciles de controlar y regular.
Entonces, ¿qué hicieron las sociedades humanas?
Desarrollaron leyes para regular el comportamiento de las personas y sistemas de autoridad para garantizar que las personas los obedecieran. Así, nacieron las primeras sociedades jerárquicas, con un rey o emperador en la cima, gobernando sobre todos los demás.
Aunque hoy en día los vemos como autoritarios y crueles, las monarquías e imperios del pasado proporcionaron una gran estabilidad política, social y económica. Por un lado, proporcionaron una burocracia efectiva que homogeneizó las leyes y costumbres.
Toma el Código Hammurabi como ejemplo, una colección de leyes emitidas por el Rey de Babilonia Hammurabi en 1776 a.C. Este código era un conjunto de leyes, instauradas en todo el Imperio de Babilonia, que gobernaban áreas como impuestos, robos y asesinatos. Este código de leyes estableció una comprensión en todo el imperio de lo que estaba permitido y lo que no. Dondequiera que viajaran o comerciaran dentro de las fronteras imperiales, la gente sabía qué leyes y costumbres seguir.
Para hacer cumplir sus leyes, los emperadores y reyes necesitaban que las personas aceptaran su autoridad. Esto se logró principalmente a fuerza de religión. Si la gente aceptara que el gobernante fue colocado en la parte superior por la voluntad del dios, aceptarían mucho más el dominio imperial.
Por ejemplo, el rey Hammurabi legitimó su gobierno y su código al declarar que los dioses lo habían designado para gobernar a los ciudadanos de Mesopotamia.
A medida que los imperios se extendieron, las religiones que promovieron crecieron tanto en alcance como en poder. A veces por la fuerza, a veces por procesos de asimilación gradual, el gobierno imperial logró acorralar a muchos grupos étnicos y religiosos diversos en unas pocas mega-culturas.