Las cartas personales pueden contener mensajes universales.
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Al abordar los comienzos y finales de la vida, las cartas personales pueden contener mensajes universales.
Al igual que las letras, la vida implica principios y finales. Aceptar nuevos viajes y dejar atrás el pasado son, por supuesto, experiencias personales. Pero cuando examinamos las emociones inscritas en cartas históricas, también podemos encontrar la sabiduría universal.
Tomemos a Wilbur Wright quien, en 1899, escribió una carta sincera a la Institución Smithsonian pidiéndoles que creyeran en él.
Hoy, reconocemos que los hermanos Wright cambiaron el curso de la historia con su invención del primer avión exitoso. Pero tres años antes de que los hermanos realizaran el primer vuelo propulsado, Wilbur era un hombre que le pedía a alguien que le diera una oportunidad. La carta implora a la institución que le permita suscribirse a sus publicaciones, algo que solo los científicos pudieron hacer en ese momento.
Wilbur aseguró a los destinatarios del Smithsonian que sus sueños y teorías eran creíbles y prometió no decepcionarlos: “Soy un entusiasta, pero no un loco, en el sentido de que tengo algunas teorías sobre la construcción adecuada de una máquina voladora”. Más de un siglo después, su optimismo al borde de un nuevo capítulo de vida es algo con lo que la mayoría de nosotros tenemos relación en un momento u otro.
O considera las palabras de despedida de Leonard Cohen a su ex musa Marianne Ihlen mientras ella yacía en su lecho de muerte en julio de 2016.
En una carta simple pero elegante, Cohen alude a una vida compartida que solo ellos dos realmente sabían. Él escribe: “Nunca he olvidado tu amor y tu belleza. Pero sabes que. No tengo que decir más”. La carta continúa hablando de la aceptación de una vida que fue, así como el camino por delante. La sugerencia de Cohen de que el final de la vida tal como la conocemos es solo un nuevo comienzo puede ser una perspectiva inspiradora para recordar al despedirse de un ser querido.
Las cartas pueden ser tan simples o complejas como el escritor pretende que sean. Si el mensaje dentro es benigno o condenador, al final, las cartas son artefactos de la comunicación humana. Su existencia mucho después de que los autores hayan abandonado la Tierra puede darnos una idea no solo de los individuos detrás de ellos, sino también de la humanidad en general.