Las tribulaciones del amor prohibido.
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Las tribulaciones del amor prohibido a menudo anticiparon la desaparición del escritor de cartas.
En la mayoría de los casos, las cartas personales permanecieron privadas durante la vida del remitente o receptor. Por lo tanto, era raro que surgieran problemas del contenido adjunto. Pero cuando miramos cartas publicadas póstumamente con nuestro conocimiento de cómo se desarrolló la historia, a menudo marcan los puntos de inflexión hacia la caída de un escritor.
Podemos ver esto en la forma en que Oscar Wilde reveló las ansiedades que llevarían al final de su vida en una carta a su amigo Robbie Ross.
Wilde se sintió burlado por el marqués de Queensbury, padre de su amante Lord Alfred Douglas, ya que había acusado a Wilde de ser homosexual. En respuesta a Wilde, Ross le suplicó a su amigo que no sucumbiera a las provocaciones del marqués. Wilde no escuchó. Él demandó al marqués por difamación, perdió el caso y luego fue procesado penalmente por homosexualidad. Condenado a trabajos forzados, se debilitó y pronto contrajo una enfermedad que finalmente lo mató.
Ross estaba al lado de Wilde en el momento de su muerte y más tarde contó la triste experiencia en una carta a un amigo. Estas cartas nos dan una visión única de la vida de los escritores.
Otra víctima del amor prohibido fue Alan Turing, quien se suicidó al comer una manzana envenenada con cianuro. Una carta a su amigo Norman Routledge escrita dos años antes transmite el sufrimiento que le haría quitar la vida.
La homosexualidad de Turing fue expuesta accidentalmente a la policía después del robo de la casa de su amante Arnold Murray. Tras el enjuiciamiento de Turing, se le permitió evitar el tiempo en la cárcel con la estipulación de que se sometería a un tratamiento que era efectivamente una castración química. Esto finalmente tuvo un costo fatal en su salud mental.
Su carta melancólica a Routledge culmina con una deducción lógica que ilustra su temor a que todo su trabajo ya no sea tomado en serio debido a su homosexualidad: “Turing cree que las máquinas piensan / Turing miente con los hombres / Por lo tanto, las máquinas no piensan”. Ese es un pensamiento emocionalmente debilitante para vivir.
Presagiando el camino por venir, la carta se cierra con un desgarrador: “Tuyo en apuros, Alan”.