Los niños introvertidos son como las orquídeas.
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Los niños introvertidos son como las orquídeas: solo prosperan en el entorno adecuado.
No solo la biología y la genética dan forma a nuestro temperamento: también lo hacen las experiencias que acumulamos a lo largo de nuestras vidas. Esto es especialmente cierto para las experiencias de la infancia.
Los niños extrovertidos responden a las influencias ambientales como los dientes de león: prosperan casi en cualquier lugar y son prácticamente incapaces de perder el rumbo. Los niños introvertidos son más como las orquídeas: en un ambiente de apoyo, florecen; en el lugar equivocado, se cierran.
Entonces, ¿cómo pueden los padres atender mejor las necesidades de sus hijos introvertidos? Tratarlos con respeto y empatía y relacionarse con ellos son buenas maneras de comenzar.
Es importante que los padres reconozcan que su hijo es introvertido y que comprendan por qué se sienten incómodos en ciertas situaciones, especialmente en aquellas que involucran a grupos grandes.
En el mejor de los casos, los padres presentan gradualmente a sus hijos introvertidos a tales experiencias. Si un niño tiene miedo de hablar frente a otras personas, los padres primero pueden alentarlo a hablar frente a amigos en los que confían y aumentar gradualmente la cantidad de personas que enfrenta el niño. De esta manera, el niño puede desarrollar suficiente conciencia de sí mismo para poder algún día hablar frente a toda una clase.
Cuando los niños introvertidos obtienen la educación adecuada, pueden desarrollar confianza en sí mismos y aprender a desarrollar sus habilidades de manera constructiva. Pero cuando son presionados, sobreestimulados o despedidos, tienen una mayor probabilidad de sufrir depresión o trastornos respiratorios.