Estar demasiado impulsado por los datos puede ser peligroso.
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Estar demasiado impulsado por los datos puede ser peligroso: podemos medir lo incorrecto, incentivar el comportamiento incorrecto o confiar en datos inexactos.
A medida que nuestra capacidad para recopilar y analizar datos se ha desarrollado, hemos intentado cada vez más usar datos para mejorar muchos aspectos de la vida. Sin embargo, esta habilidad viene con ciertas dificultades potenciales.
En primer lugar, cuantificar la vida puede llevarnos a medir algo que realmente no captura la información que pretendíamos. Considera la introducción de pruebas estandarizadas en educación. ¿Los puntajes de los exámenes estandarizados de un estudiante realmente reflejan el rango de cualidades que esperamos que brinde la educación?
En segundo lugar, el mal uso de los datos puede llevarnos a incentivar comportamientos que nunca pretendimos. Las pruebas estandarizadas también demuestran este efecto, ya que su importancia ha hecho que los maestros y los estudiantes se concentren en mejorar los puntajes de las pruebas y no en la calidad general de la educación.
Finalmente, ser demasiado impulsado por los datos puede ser problemático porque corremos el riesgo de permitir que los datos sesgados o poco confiables den forma a nuestras acciones.
Considera la experiencia de Robert McNamara, quien se convirtió en el Secretario de Defensa de los Estados Unidos durante la escalada de la Guerra de Vietnam. Se obsesionó por completo con la medición del recuento de cadáveres enemigos como un indicador de progreso, y dio forma a la estrategia militar a su alrededor, una decisión que luego vendría a perseguirlo.
Los datos pueden ser difíciles de verificar en las condiciones caóticas de la guerra, y más tarde quedó claro que los oficiales habían reportado cifras poco confiables. Irónicamente, lo habían hecho para impresionar a superiores como McNamara.
Con la gran cantidad de detalles y conocimientos que ofrece el Big Data, existe el riesgo de que perdamos la perspectiva y nos obsesionemos tanto con los datos que no reconozcamos sus limitaciones o verifiquemos su calidad, permitiendo que los datos nos gobiernen de una manera que genere más daño que bien.